Escaleras como Esculturas: El Legado de Álvaro Siza en la Arquitectura Contemporánea

FECHA

10.01.2024


En el mundo de la arquitectura contemporánea, el nombre de Álvaro Siza resuena con fuerza, y su obsesión por las escaleras como elementos escultóricos ha dejado una huella imborrable en su trabajo. El arquitecto portugués ha transformado la función de las escaleras en sus proyectos, convirtiéndolas en verdaderas esculturas.

Siza encuentra su inspiración en la escalera diseñada por el legendario Miguel Ángel para la Biblioteca Laurentiana en Florencia. Miguel Ángel, un genio del Renacimiento, fue tanto arquitecto como escultor, una dualidad que Siza no pudo alcanzar inicialmente, pero que finalmente logró. La influencia de Miguel Ángel va más allá de la mera estética. Siza se ha sumergido en la filosofía de “tocar pero no tocar” que caracterizó el trabajo del genio renacentista. Esta idea se traduce magistralmente en sus diseños arquitectónicos, como el Pabellón de Portugal en Lisboa, donde una cubierta suspendida por cables de acero permite que la luz fluya libremente. De manera similar, en el Pabellón Multiusos de Gondomar, la cubierta de hormigón parece flotar sin tocar la otra estructura, creando un juego de luces y sombras que resalta la belleza de la arquitectura.

La tensión de “casi tocar algo pero no tocarlo” es una característica distintiva en las obras de Siza. Logra transformar elementos que normalmente se perciben como pesados en algo etéreo y ligero, enfatizando la importancia de dejar que la luz sea la protagonista en sus proyectos. Esta misma filosofía se refleja en su escultura, donde su habilidad para crear piezas que parecen desafiar la gravedad y rozar sin tocar es una manifestación de su maestría en el arte de la arquitectura.

Esta influencia se manifiesta en su enfoque hacia las escaleras, que considera no solo como elementos funcionales, sino también como intervenciones artísticas en el espacio.

Un primer ejemplo es el de las Piscinas de las Mareas en Matosinhos, un proyecto arquitectónico que combina la geometría con la naturaleza del océano. Siza logra una fusión armoniosa con las rocas circundantes, utilizando muros que contienen el agua y se integran con la irregularidad de las rocas.

El proyecto se desarrolló en cuatro fases e incluyó vestuarios, una entrada y un bar que actúan como filtro entre el paseo y la playa. Las escaleras desempeñan un papel crucial al conectar diferentes niveles y se convierten en elementos escultóricos y estéticos en el diseño. Con el tiempo, el hormigón de las escaleras ha envejecido, adquiriendo una apariencia que las hace parecer tan antiguas como las rocas graníticas circundantes.

La Fundación Iberê Camargo alberga la obra del artista brasileño Iberê Camargo y fue impulsada por una mujer viuda en colaboración con la propia Fundación. El edificio se encuentra en las orillas de un acantilado con una diferencia de altura de 19 metros entre la parte más alta y la más baja, junto a una gran avenida.

El diseño del edificio busca integrarse con el terreno, como si fuera una roca que se abre hacia el río. El funcionamiento del edificio se basa en un sistema de rampas que conecta las salas de exposiciones en diferentes plantas y se abre hacia el río Guaíba, que es un punto de interés desde el museo. Aunque las rampas son el principal medio de circulación, también hay escaleras que las complementan.

La escalera seleccionada en el trabajo se encuentra en el acceso peatonal al volumen principal del edificio. Aunque en su conjunto es una escalera funcional, el primer tramo se destaca como una especie de escultura. Está hecho de un gran bloque de piedra sin barandilla y se integra con la geometría del falso techo, formando una curva que parte desde la parte superior del bloque pétreo. Estos elementos aportan expresividad al espacio y atraen a los visitantes a ascender por los peldaños de mármol, cuyos detalles están cuidadosamente estudiados.

Por último, El Museo Internacional de Escultura de Santo Tirso representa una culminación en la carrera de Álvaro Siza, en colaboración con Eduardo Soto de Moura, donde su habilidad para tratar la geometría, la luz y la sombra, así como la fusión de lo sólido y lo vacío, se manifiesta de manera excepcional. La escalera en este museo se asemeja a una escultura y se puede analizar detalladamente: presenta un juego de luz que contrasta geometrías curvas con la estructura ortogonal de la escalera, una barandilla escultórica que se integra en el diseño en voladizo, la continuación del pasamanos de mármol en el enlucido blanco, un meticuloso ajuste de las juntas entre las piezas de piedra y un despiece cuidadosamente diseñado de las huellas y las tabicas, con una peculiaridad en la primera contrahuella del primer tramo. Esta escalera es un ejemplo de la maestría de Siza en la creación de espacios que van más allá de lo funcional y se convierten en obras de arte por sí mismos.

En el mundo de la arquitectura contemporánea, el nombre de Álvaro Siza resuena con fuerza, y su obsesión por las escaleras como elementos escultóricos ha dejado una huella imborrable en su trabajo. El arquitecto portugués ha transformado la función de las escaleras en sus proyectos, convirtiéndolas en verdaderas esculturas.


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